El Milagro Mexicano fue uno de los proyectos macroeconómicos que se llevaron a cabo con un éxito que transformó al país.
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La idea del Milagro Mexicano tuvo un éxito relativo en diversos niveles, con funestas consecuencias a nivel social.
Lo que se conoce el Milagro mexicano o desarrollo estabilizador fue un modelo económico que se utilizó en México durante 20 años, de 1954 a 1973.? Este modelo se caracterizó por buscar la estabilidad y desarrollo económico continuo a través de “liberar” al país de topes como inflación, déficit en la balanza de pagos, devaluaciones y otras variables que mantienen el desarrollo sin fuertes tensiones.
De hecho, este modelo tuvo un crecimiento sostenido dejando las bases para construir una nación moderna e industrializada en lo sexenios de Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Conforme a esta política, se formula la idea de que el Estado tiene la responsabilidad de promover y encauzar el desarrollo económico, con las leyes actuales, con el propósito de aumentar los salarios, mejorar la participación de los asalariados.
Al inicio del “Milagro” se buscó cumplir con dos objetivos prioritarios: mantener la estabilidad monetaria, sin descuidar el fomento al crecimiento económico del país y conservar la estabilidad en los precios. Para ello se buscó combatir la inflación mediante el incremento de la producción agrícola e industrial a través de limitaciones a las importaciones de EU para crear facilidades a la producción y venta de mercancía nacional.
Los principales objetivos de este plan económico, fueron:
- Elevar el nivel de vida de los campesinos, obreros y la clase media.
- Acelerar el proceso de diversificación de actividades productivas en la economía.
- Avanzar en el proceso de industrialización dando preferencia a las industrias básicas.
- Lograr un desarrollo regional más equilibrado.
Por otra parte, esta política también puede entenderse como un crecimiento sin desarrollo, ya que justo el número de industrias del país aumentó, la producción de energía, la industria petrolera, manufacturera y de construcción mejoraron, igual que el PIB, que creció exponencialmente; pero el desarrollo socio cultural se quedó un poco atrasado, a pesar de las obras públicas que se construyeron en la época.
Justo, se construyó el Hospital 20 de noviembre, el Conjunto Nonoalco Tlatelolco, la Habitacional Unidad Independencia, Zacatenco y se modernizaron los aeropuertos, redes telefónicas, telegráficas, las comunicaciones, el ferrocarril y la construcción de varias carreteras.
Para 1960 se nacionaliza la industria eléctrica, establece aguinaldo a los trabajadores, pero a pesar de este crecimiento se empezó a vivir un proceso inflacionario que se reveló hasta los años 1970, cuando la producción industrial llegó a su límite y la inflación tronó la economía, una situación aprovechada por los grupos empresariales para increpar al gobierno y fortalecer su poder, provocando la crisis de 1976 y dejando que la inflación alcanzara el 18 % y para la época de Gustavo Díaz Ordaz, la desigualdad de ingreso entre las clases sociales del país y los entornos urbano y rural, así como los niveles de desempleo, aumentaron drásticamente.
Los costos de dicha política fueron altos para la sociedad mexicana, ya que se presenció una de las fases más represivas del Estado, desde los estudiantes hasta las empresas en magisteriales, ferrocarrileras y médicas; que trajeron una desestabilización económica, un gran endeudamiento y el nulo crecimiento de la infraestructura que permitiera el desarrollo interno del país.
Los críticos del “desarrollo estabilizador” afirman que se empeoró la distribución del ingreso y nunca logró que los beneficios de un mayor crecimiento económico llegaran a las clases más necesitadas. La escasa competencia en el mercado provocó oligopolios y la poca atención en sectores agropecuarios provocaron crisis sociales, regímenes políticos cerrados y un único gobierno en el país que duraría 30 años más.
En resumen, la debilidad estructural que se provocó a través del proteccionismo desmedido, los subsidios crecientes y una estructura oligopólica de los mercados llevaron al agotamiento mismo del modelo. Las características de la industria eran de ineficiencias escondidas, altas tasas de ganancia y un debilitamiento gradual de las finanzas públicas. Por lo mismo, hubo la creación de muchas empresas y sectores que subsistían en condiciones antieconómicas y un deterioro de las cuentas externas que condujeron a un endeudamiento externo severo.
El desarrollo estabilizador es la continuación de una política proteccionista y de gran intervención del Estado como agente económico en la promoción del sector industrial, iniciada en los años posteriores a la Revolución mexicana y a la Segunda Guerra Mundial.
El crecimiento sostenido durante ese periodo costó generar condiciones, para los años subsecuentes, de concentración y control por parte de la inversión extranjera del sector más dinámico de la economía, la producción manufacturera. Generalmente se dice que el Milagro Mexicano fue un gran éxito para aumentar el máximo nivel de producción bajo estabilidad de precios, pero sin un interés social auténtico.
El Centro Cultural de la Raza sigue dando voz a los mexicanos en Estados Unidos.
El Centro Cultural de la Raza es una joya escondida en el hermoso Balboa Park de San Diego, California, pero sobre todo es un centro independiente que celebrado la riqueza y esperanza de los pueblos indígenas mexicanos, chicanos, latinos y de las zonas fronterizas.
Este entro ha estado activo desde hace 54 años, con un proyecto que se creó en medio de protestas sociales, manifestaciones contra la guerra de Vietnam y el trabajo de activistas como Dolores Huerta y César Chávez liderando con el United Farm Workers habían dado lugar a movimientos comunitarios de base en San Diego. De hecho, es un lugar que surge de tener un espacio dirigido por chicanos y para chicanos.
En un inicio se usó el edificio Ford, que se convirtió en centro de actividades para los artistas chicanos de San Diego, en donde estuvieron involucrados muchos artistas, entre ellos Los Toltecas en Aztlán, que ayudaron a crear una identidad grupal más sólida para darle vida al Centro Cultural de la Raza.
En 1970 se iniciaron los planes para convertir el Edificio Ford en el Centro Cultural de la Raza, en donde se solicitó a la ciudad de San Diego utilizar el edificio para dicho propósito, aunque se decidió convertir el edificio en museo aeroespacial, pero los activistas se negaron a irse. Finalmente, la ciudad se ofreció a darles un tanque de agua abandonado que fue construido originalmente en 1914 y una contribución de la ciudad de $22 mil dólares para al nuevo edificio, con los que se instalaron luces, calentadores, agua y un piso de madera para el Ballet Folklórico.
El 11 de julio de 1971 se inauguró el Centro Cultural de la Raza con más de 500 personas, incluyeron música, danza y una exposición de arte. Se pintó el primer mural “La Dualidad”, y un equipo de voluntarios completó la tarea de hacer las remodelaciones.
En aquella época, el Centro fue conocido internacionalmente como un centro cultural dinámico donde se podía encontrar a académicos como Shifra Goldman, Tomás Ybarra Frausto y Chon Noriega; además de Magú, Judy Baca, Sergio Arau, Lalo Guerrero, José Montoya, Bárbara Carrasco, Gabino Palomares.
Hoy en día, hay muchos grupos que se formaron este recinto o que todavía siguen formando parte del él, como lo son, el Ballet Folklórico en Aztlán fundado por Herminia Enrique; Treatro Meztizo y Trio Moreno, además de Gronk, the Taco Shop Poets, Yareli Arizmendi , James Luna, David Ávalos, Dora Areola, Chicano Secret Service, Richard A. Lou, Robert J. Sanchez e Isaac Artenstein, todos los cuales han alcanzado prominencia en la comunidad artística y cultural.
Este Centro continúa promoviendo la expresión creativa en el arte y las clases de arte formales, además de tener una gran variedad de talleres de danza folklórica, así como otras formas de danza interpretativa, música, teatro, palabra hablada, percusión y más. Además, en el Centro se llevan a cabo numerosas presentaciones públicas que incluyen exposiciones, conciertos, instalaciones, teatro, danza, palabra hablada y eventos multimedia.